domingo, 15 de abril de 2007

DIOS

El siguiente, es un hondo poema[1] que permite apreciar que, si con el pensamiento y la razón César Vallejo cae en cierto grado de agnosticismo en el poema “Los Dados Eternos” o “La Cena Miserable”, con el corazón y el sentimiento percibe ahora la existencia de Dios. Y siente a Dios, alumbrado por el amor, a tal punto que, desde esa vivencia, se complace en consagrarlo como verdadero Dios, un Dios de corazón adolorido que sufre desdenes de enamorado ante la mala respuesta de sus criaturas en la tierra.

“DIOS”.

Siento a Dios que caminatan en mí,
con la tarde y con el mar.

Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos. Orfandad...

Pero yo siento a Dios.
Y hasta parece que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti me llego,
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás... tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.

[1] Cf. Pág 275 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC

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