domingo, 15 de abril de 2007

Presentación Recital Vallejo abril 2008

INTRODUCCIÓN :

Desde hace algunos meses vengo introduciéndome en el mundo de César Vallejo, he leído su obra poética, algunas narrativas, notas periodísticas, leído y releído las 2 únicas entrevistas que concedió y de las cuales tenemos huellas, revisado y comparado diferentes cronologías, leído la novela biográfica de Eduardo González Viaña titulada “Vallejo en los Infiernos”; y también he navegado por diferentes libros y escritos físicos y virtuales. Toda esta aventura, me ha llevado también a conocer a algunos otros poetas de la época y a estudiar algo de la poesía latinoamericana de fines de siglo XIX y principios del siglo XX.
Tengo entonces algunos argumentos para señalar que si César Vallejo fue tratado con ingratitud por el Perú en vida, hoy de manera póstuma tampoco es reconocido en su real magnitud, es interesante visitar Chile y notar como se enaltece la figura de Neruda, o Nicaragua y apreciar como Rubén Darío es el héroe literario y orgullo nacional, algo análogo sin duda pasa con el romántico Gustavo Adolfo Becquer en Sevilla España.
César Vallejo es el más grande poeta de lengua castellana de todos los tiempos, para otorgarle ese galardón sólo hace falta leer, releer y sentir sus poemas, y tratar de hacer lo mismo con otros poetas, con esto quiero dar un mensaje de invitación a introducirse como yo lo estoy haciendo en un mundo de ternura, de exhortación, de tristeza y esperanza, armonizado de la elegante y precisa palabra y de la originalísima y sabia métrica de César Vallejo.

Gracias!! Poeta, gracias por lo que le has dejado al Perú, gracias y perdónanos por la falta de entendimiento, perdónanos por no estar a tu altura.

Por que[1] si hubo una vida que nunca se mintió a sí misma, ni a los demás; que recorrió su trayectoria con tan genuina autenticidad de hombre; que nunca intentó mitificarse o deformarse por ningún interés externo, por respetable que fuera; que jamás fue actor que representaba su vida, como un drama de escenario, sino el instrumento austero e inexorable que la testimonia y la vierte ante los hombres, como dolor que se transmuta en belleza, ése fue, César Vallejo.

Hoy se cumplen 70 años de su muerte, nuestro poeta murió enfermo y de pena, abandonado y relegado por el Perú, murió acompañado de su inseparable francesa Georgette, en una cama de una clínica en París, y con los peruanos de espaldas, murió un día que hubo aguacero, un día que hoy recordamos, brindemos pues y rindamos homenaje póstumo con un aplauso a este tan grande como incomprendido poeta peruano.

[1] Ref. Página 86, del Libro “Antenor Orrego, Modernidad y Culturas Americanas” de Eugenio Chang, Fondo Editorial del Congreso 2004

Semblanza y Cronología

Desde[1] la poesía quechua, el Perú no había logrado una definida y propia expresión poética hasta la aparición de César Vallejo.
Más de un largo siglo se interpuso entre la muerte de Melgar en 1814 y su amorosa literatura, y el nacimiento de “Los Heraldos Negros” en 1918. Cuanto se escribió en ese extenso intermedio secular constituyó una prolongación o copia, tardías la mayoría de las veces, de la poesía extranjera especialmente, española, francesa y también de Rubén Darío.
Tuvo que surgir César Vallejo para que el Perú estuviera en condiciones de proclamar finalmente su independencia literaria.
La grandeza, cada día más apreciada de César Vallejo reside en que – al asentar sus raíces literarias en las más puras esencias peruanas – dio forma auténtica, propia, al robusto tronco de su lírica, de cuyas ramas brotaron las más originales, las más humanas y vitales flores poéticas del idioma español de nuestro tiempo.
El norte de casi toda su poesía lo constituyen el hombre, su dolor y su esperanza. A Vallejo hay que llegar con devoción, graduado de hombre, como decía nuestro poeta, siendo hombre por la palabra y por la acción. Este es el único requisito para alcanzar su altura; amén de cierta mínima sensibilidad, negada a los filisteos y a los traficantes del verso.
Se verá además, que al releer sus poemas, cada vez hallaremos una nueva veta de inspiración, una nueva ala para el vuelo, en las que antes no habíamos reparado, y que nos causarán un sentimiento único, situado entre la eternidad y la tristeza.
Vallejo, en vida, no pudo volver al Perú, mejor que así haya sido, pues tal vez los peruanos lo hubieran puesto nuevamente en prisión, y quizá también se hubieran secado con su sangre los mejores poemas que en Europa dejó.
En 1892[2] Nace César Vallejo, en fecha no determinada con precisión, aunque se acepta el 16 de marzo, en la calle Colón No 96 en Santiago de Chuco, Huamachuco, perteneciente a la sierra de La Libertad.
Cursa sus estudios primarios en su tierra natal.
Entre 1905 y 1908 Con muchas dificultades económicas y tropiezos cursa la secundaria entre un colegio en Huamachuco y su casa.
Durante 1909 y 1910 Al no poder estudiar medicina por falta de dinero, se matricula en la Facultad de Letras de La Universidad de La Libertad en Trujillo, problemas económicos lo obligan a postergar sus estudios y regresar a Santiago de Chuco.
En 1911 Viaja a Lima y se matricula en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, nuevamente por problemas económicos se retira de clases, retorna a Trujillo, empieza a publicar sus primeros poemas, recibiendo satíricas críticas de Clemente Palma, hijo de Ricardo Palma y con una lamentable y enorme influencia en el mundo literario.
Durante 1912 Trabaja en una hacienda Azucarera, vive de cerca la esclavitud y opresión de la raza andina y de los que menos tienen.
En 1915 Empieza a ganar renombre, publica algunos poemas en La Reforma. Y el 22 de septiembre presenta su excelentísima tesis “El romanticismo en la poesía Castellana” Conoce a Antenor Orrego, quien sería pieza importantísima en el futuro poético de César Vallejo.
En 1916 Conoce y se enamora de María Rosa Sandoval, joven inteligente y sensible. El romance dura dos años, su separación debida a una tuberculosis que termina matando a María, deja una onda y marcada huella en la vida del poeta.
En 1917 Amores tempestuosos con Mirtho terminan con una ruptura dolorosa.
En 1918 Entabla relación con Abraham Valdelomar, José María Eguren y Manuel Gonzáles Prada, este último a quién el poeta admiraba, muere este mismo año. Muere también su madre, todo esto deja a César desolado.
Publica el poemario Los Heraldos Negros en 1919. Muere Abraham Valdelomar y nuestro sensible Poeta se ve de nuevo muy afectado. En este tiempo escribe más de la mitad de los poemas de “Trilce”.
En 1920 Nuestro poeta es injustamente perseguido, procesado y encarcelado por 112 días en una infernal prisión, la causa: un motín político, en donde a él, sin tener ninguna prueba, se le acusa de ser el autor intelectual.
Vallejo es puesto en Libertad en febrero de 1921, vuelve a Lima y empieza a trabajar nuevamente en el colegio Guadalupe.
En 1922 publica el poemario “Trilce” de muy poca acogida, es así que el poeta le escribe a su amigo Antenor Orrego ”El libro ha caído en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva”.
En 1923, su mala situación económica al perder el empleo del colegio Guadalupe y agravada por el juicio de los sucesos en Santiago de Chuco que empieza a ponerse nuevamente en su contra, empujan a nuestro poeta a partir a Europa.
A los 31 años entonces viaja a París con la esperanza de ser mejor tratado y reconocido, pues la espalda del Perú ya lo ha vencido.
Se ha escrito poco del poeta[3] en la segunda parte de su vida, desde la llegada a Europa a mediados de 1923 pasa muchos meses de miseria, errante de hotel en hotel, sin tener donde vivir y desconcertado al no conocer el idioma.
Sufre permanentes hemorragias, hasta que finalmente es operado de hemorroides, Vallejo siente mucha soledad y desdicha en este tiempo.
En 1925 obtiene su carnet de periodista, y además consigue una ansiada beca en España, ya empieza a ser conocido en Francia, y para Lima envía artículos para la revista Mundial.
En 1926 César Vallejo sufre constantes insomnios e intermitentes fiebres, padece una grave blenorragia. Conoce a Henriette con quien convivirá 2 años.
El 07 de junio el tribunal de Trujillo ordena la captura de Vallejo, así el Perú le sigue “dando duro…” a la distancia.
Empieza nuevamente a publicar en Variedades de Lima, y a escribir en El Amauta de José Carlos Mariategui, con quien entabla una simpática amistad a la distancia. Conoce a Georgette.
Durante 1927 su amor descansa confundido entre dos mujeres Henriette y Georgette. En Lima nuestro Poeta es cada vez más conocido, se convierte en corresponsal de La Razón de Buenos Aires. Comienza a estudiar y a simpatizar con el marxismo.
En 1928 viaja a Moscú y le escribe a su amigo Pablo Abril: “No podré quedarme en Moscú, lo del idioma es terrible”.
Se hace miembro del Partido Socialista y vuelve con Georgette para no volver a separarse nunca más.
Durante 1929 empieza a escribir también en El Comercio de Lima, profundiza en sus estudios del marxismo y viaja por segunda vez a Moscú.
En 1930 muere en Lima José Carlos Mariategui.
Nuestro poeta lanza en España la segunda Edición de Trilce, pasea por distintas ciudades de España luego vuelve a Francia, y es expulsado por sus ideas socialistas.
En 1931 César Vallejo desde España publica ”El Tungsteno” y “Paco Yunque”. Además su brillante narrativa “Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin” tiene extraordinario éxito y es el 2do libro más vendido, sin embargo la Editorial no le paga los derechos.
Visita Moscú por tercera vez.
En 1932 regresa a París clandestinamente, luego regulariza su situación bajo la condición de que se desvincule del socialismo y que se presente mensualmente a la prefectura.
En 1934 Sigue pasando hambre y miseria, contrae matrimonio con Georgette, y arriesga su situación al volver a participar en manifestaciones políticas.
Dicta clase de Lengua y literatura, estalla la Guerra Civil Española en 1936, y con ello se reaviva más su pensamiento marxista. Participa y vive la guerra como periodista.
En 1937 Tiene anhelos de volver al Perú, pero el temor a volver a esa terrible cárcel se lo impiden.
Retoca los poemas de “España, aparta de mí este cáliz”, Libro que tampoco se publica en vida.
El 29 de marzo de 1938 enfermo y con fiebre le escribe a Georgette: “Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios, más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios”
Cesar Vallejo a la edad de 46 años, fallece un 15 de abril en viernes santo en París, hoy sus restos descansan en el cementerio Montparnasse en el mismo París.

[1] Cf. Prólogo de Poemas Escogidos, año 1956, Gustavo Valcárcel
[2] Cf. Pág 121-130 Obras Esenciales César Vallejo, Ricardo Silva-Santisteban PUCP
[3] Cf. Pág 130-140 Obras Esenciales César Vallejo, Ricardo Silva-Santisteban PUCP

Los Heraldos Negros

El siguiente poema[1] es decisivo en la evolución de Vallejo, ofició para él como un hito, como una prueba inequívoca de que era un gran poeta, un poeta mayor, el que le reclamaba una y otra vez Antenor Orrego.
Con la irrupción de un tono coloquial y de angustia vital, aquí hay un poema transicional entre modernismo y algo que ya no lo es.
El poema “Los Heraldos Negros” es el pabellón de popa del libro que lleva su nombre, y que mostrará a César Vallejo como un poeta en proceso de cambio entre “Modernismo” y lo que viene, lo que vendrá más tarde con el poeta mismo.
El poema fue dado a conocer por el poeta la noche del 10 de junio de 1917 en la casa del pintor bohemio Macedonio de la Torre.
“Los Heraldos Negros”
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

[1] Cf. Pág 147 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC.

El Poeta a su amada

El siguiente Soneto fue escrito el 02 de setiembre de 1917 y aborda la relación amorosa con Mirtho[1], uno de sus grandes idilios.
El poema
[2] brinda una imagen “alegre” de la Muerte, cuando los amantes preservan la pureza del amor de 2 hermanitos[3], y el anhelo sublime de unirse en el más allá.

“El Poeta a su amada”

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

[1] Apodo de Zoila Rosa Cuadra para su grupo de amigos de “La Bohemia Trujillana”
[2] Cf. Pág 185 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC.
[3] En la propuesta filosófica de Hegel, el amor de hermanos, es el amor más puro, sincero y desinteresado.

Heces

Ya, en Lima[1] en 1918, el recuerdo de su relación amorosa con Mirtho alcanza una intensidad superior en el siguiente poema.
En la poesía de Vallejo la lluvia está abrazada con la tristeza y la melancolía, la limitación y el desaliento
En cuanto al sugerente título del poema “Heces”, se trata pues de los últimos sedimentos de los líquidos, con ello el poeta nos remite a lo más hondo y recóndito, acumulado en el fondo del alma como sedimentos de culpa que despiertan en el poeta deseos de muerte.

“Heces”

Esta tarde llueve, como nunca; y no
tengo ganas de vivir, corazón.
Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser?
Viste de gracia y pena; viste de mujer.

Esta tarde en Lima llueve.
Y yo recuerdolas cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su "No seas así!"

Mis violentas flores negras; y la bárbara
y enorme pedrada; y el trecho glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
con óleos quemantes el punto final.

Por eso esta tarde, como nunca, voy
con este búho, con este corazón.
Y otras pasan; y viéndome tan triste,
toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.

Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y notengo ganas de vivir, corazón!

[1]Cf. Pág 191 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC.

Idilio Muerto

El siguiente poema fue escrito en Lima, en los primeros meses de 1918 según Espejo, o a fines de 1918 y principios de 1919 según Spelucín.
Se ha especulado
[1] mucho sobre la identidad de la “andina y dulce Rita”. Espejo la llama “Rita la misteriosa”, precisando que no le es posible aclarar su personalidad. Larrea conjetura que alude veladamente a su sobrina Otilia, denominándola sugerentemente “Rita” por Santa Rita, “la abogada de los imposibles”, pues imposible era una relación amorosa con su sobrina carnal.
Eduardo González Viaña en su Libro “Vallejo en los Infiernos” coincide con otra conjetura, que pudiera tratarse de una vecina que acostumbraba a regalarle pañuelos.
Al margen de toda conjetura, lo más importante es la intensidad con que el poeta encarna el recuerdo de un tipo de amada llena de pureza. Y lo hace desde Lima metafóricamente llamada Bizancio, como ciudad de refinamiento tóxico que conduce a la pérdida de lo natural y de la pureza.
"Idilio Muerto"
Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.
Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.
Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!".
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

[1] Cf. Pág 235 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC

DIOS

El siguiente, es un hondo poema[1] que permite apreciar que, si con el pensamiento y la razón César Vallejo cae en cierto grado de agnosticismo en el poema “Los Dados Eternos” o “La Cena Miserable”, con el corazón y el sentimiento percibe ahora la existencia de Dios. Y siente a Dios, alumbrado por el amor, a tal punto que, desde esa vivencia, se complace en consagrarlo como verdadero Dios, un Dios de corazón adolorido que sufre desdenes de enamorado ante la mala respuesta de sus criaturas en la tierra.

“DIOS”.

Siento a Dios que caminatan en mí,
con la tarde y con el mar.

Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos. Orfandad...

Pero yo siento a Dios.
Y hasta parece que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti me llego,
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás... tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.

[1] Cf. Pág 275 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC

Los Pasos Lejanos

Ausente[1] corporalmente del hogar, el yo se halla presente con los ojos del alma y los pies del corazón: transfiguración de la distancia espacial que moviliza hallazgos expresivos, de los más hermosos y originales.
En la siguiente joya poética llamada la “huida a Egipto” pareciera referenciar al episodio bíblico en que los hijos de Jacob, abandonan a éste para ir a Egipto a buscar sustento.

“Los pasos Lejanos”.

Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...;
si hay algo en él de amargo, seré yo.

Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy.
Mi padre se despierta, ausculta
la huída a Egipto, el restañante adiós.
Está ahora tan cerca;
si hay algo en él de lejos, seré yo.

Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,tan ala, tan salida, tan amor.
Hay soledad en el hogar sin bulla,
sin noticias, sin verde, sin niñez.

Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.

[1] Cf. Pág 285 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC

Piedra Negra sobre una Piedra Blanca

En el siguiente poema nuestro poeta contempla y recuerda su muerte, es realmente terrible el dolor que parece sentir al punto de verse morir, solo bajo la lluvia y recordando a su vez los malos tratos que en su vida ha recibido.

“Piedra Negra sobre una Piedra Blanca”

Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...

Sombrero, Abrigo, Guantes.

En una de las 2 únicas entrevistas a nuestro Poeta en España, fechada el 27 de enero de 1931, Vallejo conceptualiza lo siguiente[1]:
“La precisión me interesa hasta la obsesión. Si usted me preguntara cuál es mi mayor aspiración en estos momentos, no podría decirle más que esto: la eliminación de toda palabra de existencia accesoria, la expresión pura, que hoy mejor que nunca habría que buscarla en los sustantivos y en los verbos….!ya que no se puede renunciar a las palabras!...
A continuación un encantador poema del libro “Poemas Humanos”, escrito en Francia, que recuerda hermosamente algún espacio de la ciudad y donde nuestro poeta coloca y ordena deliciosamente las palabras para transmitir nostalgia, tristeza y espera.

“Sombrero, Abrigo, Guantes”.

Enfrente a la Comedia Francesa, está el Café

de la Regencia; en él hay una pieza

recóndita, con una butaca y una mesa.

Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.

Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa

de un cigarrillo humea, y en el humo se ve

dos humos intensivos, el tórax del Café,

y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.

Importa que el otoño se injerte en los otoños,

importa que el otoño se integre de retoños,

la nube, de semestres; de pómulos, la arruga.

Importa oler a loco postulando

¡qué cálida es la nieve, qué fugaz la tortuga,

el cómo qué sencillo, qué fulminante el cuándo!


[1] Ref. Página 11 Vallejo al Café, Jaime Campodonico, colección de Sol Blanco

La Cena Miserable

El Poema[1] que a continuación se presenta, es un poema marcadamente vallejiano, el sinsentido de la esperanza, la blasfemia, la injusticia y el anhelo de ser felices todos en una “mañana eterna”.
“El oscuro” algunos logran interpretarlo como Dios, pero no deja de ser ambigua la mención hecha por Vallejo en el siguiente poema.

“La Cena Miserable”

Hasta cuándo estaremos esperando lo que

no se nos debe...Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido!...

Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.

De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!

[1] Cf. Pág 257 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC

Los Dados Eternos

El siguiente, es un vibrante[1] poema, donde es claro el esfuerzo exitoso de César por ser un poeta genial y único, asimilando la modernidad estética con rasgos creadores y propios de la sensibilidad americana.
La muerte de sus dos Marías, su madre María y su novia María Sandoval empujan al poeta a confrontar a Dios, aludiendo en el poema a las siempre presentes María Magdalena y virgen María.
Manuel González Prada muere en 1918, el mismo año en que se publica el poemario “Los Heraldos Negros”, en donde figura este poema; nuestro poeta se lo dedica con las siguientes palabras: “esta emoción bravía y selecta, una de las que, con más entusiasmo, me ha aplaudido el gran maestro”. Con ello enaltece la figura del maestro Manuel González Prada, quien apreció sin duda el tono irreverente y rebelde del siguiente poema.

“Los Dados Eternos”.

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;

me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

[1] Cf. Pág 268 Los Heraldos Negros, Nueva Edición Crítica de Ricardo González Vigil, INC

Los Nueve Mounstruos

El siguiente es un poema marcadamente vallejiano, que muestra la desesperación, la desolación y el sinsentido de una vida cargada de dolor, un poema impregnado de drama, miseria y exhortación. En esté poema y en algunos otros de sus 2 poemarios “Poemas Humanos” y “España, aparte de mí este cáliz”, César Vallejo se dirige al mundo, a la colectividad, clama ayuda, desesperado por que ya no pude solo, por que ya no puede más, está vencido, cargado de angustia y vencido.

“Los nueve Mounstruos”.

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos vecesy la función de la yerba purísima, el dolor
dos vecesy el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!

Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortaly la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultasdel dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).

Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo, ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!

¡Cómo, hermanos humanos,no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!

Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.