miércoles, 5 de septiembre de 2007

El Príncipe de Maquiavelo - Resumen y Crítica

1. RESUMEN.

A. Capítulos I-XI:

Maquiavelo describe las clases de Principados y como pueden estos ser adquiridos y conservados.

Capítulo I. Precisa que todos los estados pueden dividirse en repúblicas y principados, que pueden ser a su vez hereditarios o nuevos.
Capítulo II. Menciona muy someramente lo referente a principados hereditarios.
Capítulo III. Luego se centra en los más complejos de adquirir y mantener, los principados nuevos. Dedica su atención a los principados mixtos, lo cuales para obtenerlos te sirves de la fortuna, la virtud o la fuerza de las armas, y para asegurarlos el nuevo príncipe debe contemplar 2 cosas: eliminar la línea de sucesión del antiguo príncipe y no alterar la leyes y tributos anteriores, destaca más adelante los 5 errores críticos que cometió Luis XII y por tanto los errores que no debe cometer un príncipe que quiera conservar su principado: anular los Estados más débiles, aumentar el poderío de otro que ya es fuerte, introducir un extranjero poderoso, no ir a vivir al nuevo territorio, no instalar colonias, y finalmente un sexto y lapidario error, arrebatar tierras y con ello humillar y hacerse odiar.
Capítulo IV. Detalla las razones por las cuales el reino de Dario no puedo reconquistar lo perdido a la muerte de Alejandro Magno. Inicia su argumentación tipificando los dos modos de gobernar un principado, con ministros que son elegidos por decisión del mismo príncipe o por barones que por su nobleza y herencia se han ganado ese puesto.
Capítulo V. La preocupación esencial es examinar los principados recién conquistados y que antes vivían libres y con leyes propias, los cuales tendrán 3 formas de conservarlos: arruinarlos, ir a habitarlos personalmente, crear una oligarquía y a su vez respetar sus leyes
Capítulo VI. Debe tenerse en cuenta que no hay cosa más difícil de intentar, ni menos segura de conseguir, ni más peligrosa de manejar, que llegar a jefe o príncipe e imponer nuevas ideas.
Capítulos VII. Relata en este capítulo algunas de las virtudes como príncipe de César Borgia, un pensamiento interesante que se rescata del texto es: Los hombres atacan o por miedo o por odio.
Capítulos VIII. Inicia precisando las formas de llegar al poder, una es con la ayuda de los conciudadanos otra a través del crimen y la maldad. Quien usa el segundo método debe realizar de una vez todos los actos de crueldad que estime necesarios para lograr su objetivo, pues las ofensas hieren menos cuando menos se repiten, y más bien los beneficios si concederlos de a poco, pues así se saborean mejor.
Capítulo IX. Para formar un principado civil, es decir con favor de los conciudadanos no se requiere ni valor o fuerza, ni fortuna, si no más bien mucha astucia o virtud. Y esta astucia es mejor utilizarla para ganarse al pueblo que siembre es la parte más honesta.
Capítulo X. Luego repasa una primera consideración sobre las fuerzas de los principados
Capítulo XI. Finaliza la primera parte haciendo referencia al principado eclesiástico donde resalta su desprecio por la política temporal de la Iglesia.

B. Capítulos XII-XIV:

Maquiavelo aborda el problema de la seguridad, las armas y la milicia.

Capítulo XII. Si uno funda la defensa de su Estado en armas mercenarias, nunca estará tranquilo ni seguro, primero por que siempre será más fácil para un ciudadano conspirar si el ejército no es
propio y segundo por que uno no se puede fiar de mercenarios que son poco valientes y traicioneros.
Capítulo XIII. Si en los mercenarios es peligrosa la desidia, en las tropas auxiliares el valor, por tanto un príncipe prudente no debe hacer uso ni de la una ni de la otra, y si lo hace tarde o temprano alcanzará su ruina.
Capítulo XIV. El príncipe no debe tener otro objetivo que la guerra, su organización y disciplina, nunca debe apartar su pensamiento de ello, y en la paz debe ejercitarse aún más, cosa que puede hacer con 2 cosas: con la práctica, y con la meditación o estudio.

C. Capítulos XV-XXIII:

Maquiavelo estudia como debe ser el comportamiento y el gobierno de un príncipe en apariencia y con respecto a sus súbditos y allegados.

Capítulo XV. Abandonando el fácil recurso de la imaginación[1], Maquiavelo, desarrolla los principios de una política rigurosamente realista, partiendo de lo que las cosas realmente son y han sido y serán siempre (no lo que deberían ser), pues la política debe basarse en lo que la naturaleza y pasiones humanas son inevitablemente: maldad, ingratitud, ambición, envidia, etc.
Capítulo XVI. Lo que más debe evitar un príncipe es ser despreciable y odioso, cosas ambas a las que conduce la liberalidad y el despilfarro, mejor es pasar por mísero.
Capítulo XVII. Conviene a un príncipe ser temido y a la vez amado, pero si una tiene que fallar, es mejor y más seguro ser temido. Los hombres así serán más súbditos y fieles, por temor que oprime y es más efectiva que la adoración o el querer.
Capítulo XVIII. Un Príncipe debe basarse en sí mismo: la ley, por un lado, y la astucia y la fuerza por otro, disfrazando -porque lo obliga la situación- sus a primera vista injustas, inmorales e irreligiosas acciones porque la política para la generalidad es el reino de las apariencias, ya que todos ven lo que pareces, pocos sienten lo que eres. Por ello, se ha de ser consciente de que es inevitable y necesario pecar y mentir a veces para conservar el Estado.
Capítulo XIX. Pero se ha de procurar por todos los medios no incurrir en el odio y en el desprecio del pueblo, porque éstos son los males o vicios que hacen perder el Estado. Tener cuidado de no quitar los bienes y ultrajar a las mujeres, cuando no se hace eso con el pueblo, el pueblo vive feliz y está de tu lado, caso contrario te odiará.
Capítulo XX. El príncipe debe ganar el consentimiento a su dominación: la mejor fortaleza es no ser odiado por el pueblo, porque por muchas fortalezas que tengas, si el pueblo te odia, no te salvarán cuando requieras ayuda.
Capítulo XXI. Para ser estimado como príncipe, uno debe emprender grandes empresas, pone como ejemplo a Fernando de Aragón y a su afán colonizador y de conquista. Ser amigo leal y enemigo verdadero también es una característica importante por la cual el príncipe se hace estimar.
Capítulo XXII. Cuando el príncipe vea que un ministro piensa más en si mismo que en su señor y que en todos sus actos sólo busca el propio bien, nunca deberá confiar en él.
Capítulo XXIII. Un príncipe debe pedir consejo pero cuando él quiere y no cuando lo desean los demás. Debe cuidarse del buen consejero, por que puede acabar quitándole el poder. Conviene que los buenos consejos nazcan de la prudencia del príncipe y no la prudencia del príncipe de los buenos consejos.
D. Capítulos XXIV-XXVI:

Maquiavelo, analiza los motivos de la situación contemporánea de la Italia de su época. Volviendo al objeto central de sus preocupaciones: las causas de la ruina de Italia y la
posibilidad de una regeneración que permita recuperar la libertad y ordenar un Estado moderno.

Capítulo XXIV. Se expone la causa del hundimiento italiano, culpando de ello no a la fortuna si no a la ineptitud y falta de virtud, pues no se pensó en tiempos de paz que las cosas podían cambiar, y cuando llegaron los días adversos no pensaron más que en escapar sin defenderse.
Capítulo XXV. Se debate el lugar que en el curso político corresponde a la virtud y a la fortuna, con el fin de refutar a quienes desean disfrazar su incapacidad e ignorancia en la presunta omnipotencia de la fortuna, con el fin de demostrar que la virtud y la audacia tienen un lugar muy importante en el desarrollo y conclusión de la lucha política.
Capítulo XXVI. Maquiavelo luego de volver a vilipendiar de los jefes italianos que creen saber y sólo han llevado a Italia a la ruina , exhorta a final a la acción virtuosa y capaz que lleve a Italia a ser redimida e infundir una nueva forma mediante un nuevo orden político, con un nuevo príncipe que parece al final de su obra pedir a gritos.


2. INTERPRETACIÓN Y CRÍTICA.

Existen el “El Príncipe” pensamiento que transmiten características miserables de la condición humana que son lamentablemente válidas y aplicables a la gran mayoría de gobiernos de todos los tiempos.
Trataré en este corto ensayo de citar y comentar algunos de los pensamientos, que a mi entender son las piedras angulares del autor en su inspiración para con su obra (marcados abajo en el texto en azul oscuro y cursiva), pero que al mismo tiempo debo observar y criticar, pues comparten conmigo discrepancias de valores y pensamientos.

No se debe permitir jamás que continúe un desorden para evitar una guerra porque no se la evita, sino que se la retrasa con desventaja propia[2].
Con un pensamiento de esta naturaleza, todo soberano se vería apresurado a hacer la guerra, antes de buscar la solución diplomática basada en la razón y el diálogo, olvidándose que con la guerra se destruye pero nunca se construye[3].

Es conveniente convencer y atraer por las buenas a los súbditos, si no puedes, elimínalos[4].
Nuevamente, una clara invocación a la violencia y a la destrucción producto de la ambición del príncipe en tomar por suyo lo que no es suyo, el afán expansionista y conquistador de los hombres a través de los tiempos, es lo que ha llevado a esto, a la palabra elimínalos, le podríamos añadir: “o esclavízalos”.

Se debe eliminar al más fuerte, por que éste tarde o temprano te quitará el poder[5].
El temor de la pérdida de poder, sólo está fundamentado en las propias limitaciones del príncipe, algunas personas suelen temer al asesor o consejero destacado que los secunda, sin embargo existen casos en los que haciendo equipo con ella, los beneficios son mayores para el mismo príncipe, e inclusive y lo que es más importante redunda en un beneficio para el grupo, en este caso el pueblo.

Es deseo natural, y digno de alabar el querer algo que no se tiene…….[6].
Exalta el autor la ambición y el deseo de lo ajeno que debe tener un príncipe, este afán de invasión que caracteriza casi todo el texto, no puede tener tampoco mi aprobación, pues creo que aquella persona que basa su felicidad (palabra que obviamente no es mencionada en ningún momento en El Príncipe) en la envidia, en la competencia y en la posesión de terceras cosas sólo está acercándose a su propia infelicidad[7].
No hay medio más seguro para la posesión que la ruina, quien no lo hace así prepárese para su propio ocaso[8].
Leer esto, me trae a la mente la siguiente imagen, un joven puede estar muy enamorado de una bella mujer, pero si está no le corresponde con su amor, compartiendo el pensamiento del autor, el joven enamorado tendría que agredirla y ultrajarla, para que finalmente pueda creer que ella ya le pertenece, y así podría, luego de arruinarla, creer hacerla suya mediante la violación.

La razón de Estado justifica medidas de dudosa ética o abiertamente tiránicas, como la mentira, la traición, la crueldad y el crimen[9].
Me resulta evidente que Maquiavelo escribe fuertemente influenciado por el despotismo del imperio Romano, la crueldad y vehemencia del macedónico Alejandro Magno, la ambición de poder de un principado eclesiástico como el de Alejandro VI o la astucia y malicia de un gobernante como César Borgia, aún si tuviéramos más ejemplos no me resultarían suficientes para tener que exhortar, como lo hace el autor, a estos medios, claros rivales de la ética, para alcanzar un fin maquiavélico, pues seguiré creyendo que el actuar así nos aleja justamente del verdadero fin que es El BIEN y que nuestro autor, quedó tan lejos de poder percibir.

La violencia y la guerra es lo que primordialmente debe practicar e interesar a un buen príncipe[10].
En tiempos de expansionismo y cuando los territorios eran delimitados por la fuerza y la violencia, esto parecía tener mayor sentido y vigencia, en los últimos 50 años luego de algunas importantes descolonizaciones y de la segunda guerra mundial, en donde tuvimos a maquiavélicos conquistadores como Adolf Hitler en Alemania y Winston Churchill como opresor de una India que quería su libertad a través de la “no violencia”, el afán de conquista y guerra ha tenido un giro felizmente pacifista, y hoy la mayoría de los pueblos y gobiernos viven en paz, como casi solitario ejemplo de excepción tenemos a la nueva reencarnación del príncipe maquiavélico llamado George Bush, sin embargo es sólo eso, una lamentable excepción.
Países como España, Irlanda, Polonia, Chile y China, por citar algunos, actualmente son ejemplo de crecimiento y riqueza, y viven en paz. La propuesta de Maquiavelo está fuera de vigencia y pocos dudan hoy en día que lo correcto es tener como objetivo la búsqueda de la paz.
Para terminar de comentar este absurdo pensamiento, me permito citar: “…Porque aquellos locos creen que el bienestar de Francia sólo puede ser garantizado por la presencia de un ejército fuerte y numeroso, constantemente en pie de guerra….”[11]

En el gobierno, no es importante lo que debe ser, si no más bien lo que es[12].
Cuando las personas se alejan del idealismo, y se ubican sólo en lo que sus ojos perciben, es obvio que queden atrapadas en su propio mundo visible, el buen pensador tiene la obligación de proponer algo más que lo que en la Caverna podrá apreciar a través de las sombras[13], el buen pensador debe buscar un ideal inteligible.
La ética y la moral, solo sirven como apariencia, y en la política se vive en apariencias[14].
La palabra del príncipe, no necesariamente debe ser cumplida[15].
Como me preocupa todo esto, ¿qué pasa con el ejemplo?, ¿qué pasa con la evolución y el crecimiento del hombre a través de las generaciones?, ¿no tenemos acaso que preocuparnos de la formación intelectual y moral de los que nos observan desde niños y jóvenes?
Me pregunto, si luego de entrevistar o estudiar a los violadores de niños más virtuosos[16], me pongo a escribir un libro con los mejores consejos para cometer es tipo de delito, ¿cuál sería substancialmente la diferencia?

[1] Entiendo que en este momento Maquiavelo podría estar haciendo referencia implícita a La República de Platón o La Utopía de Tomás Moro.
[2] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo III.
[3] cf. Pensamiento de Hanah Arendt, en su Libro “Sobre la Violencia”.
[4] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo III.
[5] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo III.
[6] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo III.
[7] cf . Pensamiento de Bertrand Russell en su Libro “La Conquista de la Felicidad”.
[8] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo V.
[9] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo VIII.
[10] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo XIV.
[11] cf. Un Tomás Moro ofendido, hace referencia en el Libro Primero de su obra Utopía a los soldados mercenarios que cuidaban Francia durante los principados de Carlos VI y Carlos VII.
[12] cf. El Príncipe de Maquiavelo, Capítulo XV.
[13] cf. Símil de la Caverna, propuesta por Platón en el Libro VII de La República.
[14] cf. Capítulo XVIII.
[15] cf. Capítulo XVIII.
[16] Acá entiéndase por virtud, a una virtud maquiavélica.