domingo, 14 de septiembre de 2008

Pensamiento Kantiano


Comentaremos primero y luego defenderemos el siguiente pasaje de Kant. Después presenteré mi propia posición al respecto.

“La veracidad en las declaraciones que no se pueden eludir es un deber formal del hombre con el otro, por grave que pueda ser el perjuicio que pueda resultar de ella para él o para otro; y aunque no cometa injusticia alguna con aquél que me fuerza injustamente a la declaración, si la falseo, sin embargo, con tal falseamiento, que puede llamarse mentira, (aunque no en el sentido de los juristas), cometo injusticia con lo más esencial del deber en general: es decir, hago, en lo que a mí respecta, que las declaraciones no encuentren creencia alguna, y con ello, que se omitan y pierdan vigor todos los derechos que se fundan en contratos: lo que es una injusticia que se inflinge a la humanidad en general.” (KANT, , Inmanuel; Sobre el presunto derecho a mentir por filantropía, en En defensa de la Ilustración, Madrid: Alba Editorial, 1999 P.394.).

La cuestión será abordada en 3 secciones, presentaremos primero las posiciones frente a la mentira de algunos pensadores previos a Inmanuel Kant, luego haremos una apología del citado pasaje desde una perspectiva kantiana y finalmente como tercera sección vendrá la posición personal al respecto.

Pasemos entonces a presentar las posiciones de algunos pensadores previos a Kant:

Platón (427 – 347 aC) postula[1] en uno de sus 2 principios teológicos que los Dioses no caen bajo ninguna circunstancia en la mentira, y con ello hace frente a las divinidades homéricas.
Antes señala en forma contundente que la mentira es la ignorancia del alma. Los gobernantes pueden valerse de mentiras necesarias[2] “a manera de remedios”, es decir con conocimiento de causa, y cuando esta causa sea justamente el salvaguardar la ciudad y la unidad. En este caso caemos fuera del concepto platónico de mentira.
Y teniendo en cuenta esta acepción de mentira Platón más adelante precisa la total aversión que los gobernantes de su ciudad ideal deben tener a la mentira.[3]

Aristóteles (384 – 322 aC) señala que el hombre verdadero en sus palabras y en su vida, el hombre que tiene ese carácter, es el hombre al que se le pude llamar integro, y siempre evitará la falsedad como algo vergonzoso, el hombre veraz, es el punto medio, es aquel que se encuentra entre dos extremos, la humildad exagerada o ironía y la retención o jactancia[4].
Para Aristóteles no había opción, la verdad era la virtud.

Agustín (354 – 430 dC) profundiza un poco más en la excepción, pues califica a la mentira según grado. Una cita que resume su pensamiento es la siguiente “No puede negarse que aquel que no miente nunca, excepto para salvar a un hombre de un prejuicio, ha alcanzado un alto nivel en el camino del bien, pero en este caso, no es el engaño sino la buena intención la que es alabada y algunas veces recompensada. Es suficiente con que el engaño sea perdonado, sin que sea objeto de admiración”[5]


Tomás de Aquino (1225 – 1274), califica y tipifica la mentira, y le asigna el pecado venial y el mortal según el caso. Al igual que San Agustin y Aristóteles no admitía excepciones, la mentira es un pecado.
Aún así, pareciera contradictorio el pensamiento de Tomás de Aquino, y para entender un poco más lo que expongo me haré valer de otra cita del mismo pensador: “….más si la necesidad fuese evidente y urgente, entonces puede uno satisfacer su necesidad con las cosas ajenas…………En tal caso puede oculta o abiertamente tomarse lo ajeno…….”[6].
Y dejo entonces planteada una pregunta ¿Robar en forma oculta a caso no es claramente una mentira?.

Maquiavelo (1469 – 1527) señala “La razón de estado justifica medidas de dudosa ética o abiertamente tiránicas, como la mentira, la traición, la crueldad y el crimen”[7].

Antes de presentar la apología Kantiana al texto en cuestión, deseo aventurarme a señalar que nuestro filósofo en el tema de la mentira, se ve fuertemente inspirado por el pensamiento Aristotélico, quien como ya vimos menciona el carácter integro que hay que tener frente al asunto, y en segundo orden observo también cierta influencia de Agustín quien ya nos habla de la buena intención.

En el primer caso el carácter integro y en el segundo caso la buena intención, pienso que Kant luego las redefine y reinterpreta como el carácter moral y la buena voluntad respectivamente, con la salvedad por supuesto de que esa buena voluntad viene motivada por conceptos a priori establecidos en la Ley Moral.

La veracidad o el No Mentir es para Kant una regla moral y como tal un imperativo categórico, que por definición no admite excepciones, es un deber incondicional.
Al definir el No Mentir como un imperativo categórico, Kant nos cierra las posibilidades de buscar fuera de la razón práctica, no podemos pensar entonces desde la perspectiva del condicionalismo, o en buscar respuestas analizando la consecuencias o en todo caso pensar en las causas y efectos de estas (como la buenas intenciones que refiere Agustín), por que de ser así estaremos cayendo en el mundo de nuestras inclinaciones e intereses.
Así mismo el mentir por excepción resulta una grave violación a la primera formulación de los imperativos categóricos kantianos, pues al universalizarlo caeríamos sin opción en una contradicción.

Como toda ley moral, la prohibición a mentir es absoluta, el no mentir solo funciona como ley y no admite excepciones ni evasores, Kant rechaza por tanto el derecho a la verdad, por que el derecho se aplica a todos y a uno mismo y no puede ser cuestionado ni condicionado por nadie, la mentira es siempre una violación civil al margen de la intención. Y el que miente debe responder por las consecuencias de este hecho en un tribunal civil.

Kant llama “mal radical” a la propensión de la voluntad a desatender los imperativos morales de la razón, el mentiroso para Kant ha caído en las redes de este “mal radical”[8]
Para Kant, la persona que miente se degrada al nivel de una cosa, deja de ser el mismo para convertirse en la propia negación de su personalidad.

Finalmente paso a exponer mi posición personal frente a la mentira, posición que tendrá que ser consecuente con lo que digo y hago en mi vida, pues si no justamente estaré cayendo en una mentira.

En principio es sin duda complicado sostener una posición frente al planteamiento inflexible de Kant, como leímos antes ninguno de los citados pensadores, salvo quizás en alguna medida Aristóteles fueron tan tajantes como nuestro filósofo. Kant tiene una lectura idealista en el asunto de la verdad y la mentira, perspectiva que sin duda me gustaría sostener, pero estaría justamente siendo inconsecuente con mi comportamiento en una situación de apremio frente a una persona con malas intenciones y si por otro lado además está en mis manos la protección de una persona honorable, por supuesto que mentiría, y peor aún luego no sentiría arrepentimiento alguno, no buscaría el perdón (como pretende Agustín que haga) entonces ¿Cómo quedo ante ello?, ¿En qué me convierte eso?, y para responder esa pregunta desde mi controvertida posición, paso a detallar mi defensa, que antes que una defensa más bien es una ataque a la posición Kantiana.

¿No se puede acaso tratar el asunto como una situación de contradicción propia de la vida de los hombres?, ¿Con su dureza en el asunto no estará acaso Kant subjetivizando demasiado su posición? y olvidándose con ello que el “yo” es un “yo social”, y que ese “yo social” tiene lecturas e interpretaciones según el caso, y que cuando hay un asesino al frente, la mentira no es mentira como el mismo Kant sostiene (sino que podría tratarse como una acepción, como lo hace Platón en “La República”), y así como Tomás de Aquino permite el robo en caso de extrema necesidad, se puede también aceptar la mentira en determinadas circunstancias, ¿no es más real pensar así? (y Hegel agregaría lo real es racional), ¿no sería la ley más justa si deja a los jueces interpretar la ley según el caso y no solo someterse a lo escrito en un canon inflexible?. La mentira debería ser permitida, pero no abiertamente, debería poder analizarse el caso por jueces de probada sabiduría (gobernantes como los de La República platónica sin duda, perfectamente educados y a toda prueba)
¿Acaso no deberíamos juzgar las cosas según las circunstancias?, es más complicado hacerlo seguro que si, pero puede que esto sea más justo también.

[1] Cf. “La República” Platón, (II , 382b-282c) , Editorial Eudeba.
[2] Cf. “La República” Platón, (V , 459c) , Editorial. Eudeba.
[3] Cf. “La República” Platón, (VI , 485a–485c ) , Editorial Eudeba.
[4] Cf. “Ética Nicomáquea” Aristóteles, (IV, 1127a – 1128a), Editorial Gredos.
[5] Agustín citado por Bok, S (1978); “Lying, moral Choice in public and private life” Cambridge
[6] Ref. “Tratado de la Justicia”, Tomás de Aquino, Artículo 7 “Si es lícito robar por necesidad”.
[7] Ref. “El Príncipe” Maquiavelo, Capítulo 8, Editorial Planeta
[8] La expresión 'mal radical' Kant la introduce “La religión dentro de los límites de la mera razón”.

1 comentario:

ROSA E OLIVIER dijo...

"Velas do meu pensamento
Aonde me quereis levar?...!?...

SALUT!