Rompiendo con un mito

Luego de mis esperanzas depositadas en Houston, debo regresar finalmente a Lima, un poco consternado pues casi había jurado no volver a ser atendido por médicos limeños ni siquiera de una gripe, como lo lograría, no lo se?, era producto de mi consternación seguramente. El hecho es que regreso asustado, temeroso de que los doctores acá no pudieran cubrirme lo que allá con tanta praxis pudieron hacer. Llegué entre gallos y medianoche a la clínica Anglo Americana, casi sin avisar, del mismo modo que me fui, como han sido las cosas en mi vida siempre, exageradas y rápidas, con decisiones riesgosas siempre, pero bien tomadas casi siempre.

Deposito mis esperanzas inmediatamente en un hombre mestizo, bien peruano que se encargaría de mi tratamiento y que me transmitió desde el comienzo buenos sentimientos pero debo ser sincero, lo ví en ese momento y tenía impregnado en mi mente el conocimiento del ario, del doctor preparado en Estados Unidos o donde fuera, tal vez el complejo del peruano y en realidad lo que tenía no era confianza en él, sino una esperanza en Dios que cada día fue creciendo a partir de ese momento, más y más, pero misteriosamente también fue creciendo mi seguridad hacia los médicos locales.

Todo empezó con mi tratamiento desmesuradamente delicado y amoroso de un grupo de enfermeras, nunca enfermeros que allá abundan y que por lo demás son un poco duros para la ocasión pues las enfermeras acá tienen una vocación de servicio increíblemente alta, sonrisa dispuesta y el idioma, el idioma es otra cosa. Siempre me acordaré de una novia británica que no pude resistirla a mi lado más de un mes por sus palabras de cariño, el idioma es el idioma, un idioma latino es necesario en estos caso, creo.

Luego pasé a la prueba de los medicamentos que sí era posible me los suministraran con tan buena calidad como lo hicieron en Houston, pues en forma sorprendente demostraron que podían hacerlo mejor y con más maestría. Me calmaban las náuseas, me quitaron un dren que me aturdía, en fin, fueron varias las señales de capacidad. Pero por otro lado también está el tema de la infraestructura, las puertas chicas, la apretujadera en un tratamiento, cosas que sin duda nos llevan un poco al sub-desarrollo, pero por otro lado en forma inconsistente, la suite, con doble habitación, puertas corredizas, TV Plasma, amplio, todo confuso y desproporcionado. El tema es que hoy cumplo 2 semanas y siento que todo ha sido un mito, que en el Perú también es posible tratar estas enfermedades complejas y que lo más importante tal vez sea estar con Dios.

Quiero terminar agradeciendo entonces la vocación de servicio, y el espíritu creyente que existe y se respira por doquier en esta clínica, asimismo, echar por tierra todos mis temores infundados y provistos de un pensamiento peruano que debe dejar de existir en la cabeza de otros, escojan bien!! dentro del Perú tenemos buenos lugares, excluyan también!!! porque en el Perú no todos los lugares son como este paraíso.

Suerte amigos, Dios los libre de tener que escoger finalmente.